lunes, 13 de septiembre de 2010

Mensaje Clínica del Alma: Jabes

1 Crónicas 4.9-10: “Y Jabes fue más ilustre que sus hermanos, al cual su madre llamó Jabes, diciendo: Por cuanto lo di a luz en dolor. E invocó Jabes al Dios de Israel, diciendo: ¡Oh, si me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si tu mano estuviera conmigo, y me libraras de mal, para que no me dañe! Y le otorgó Dios lo que pidió.”

En la antigüedad, en el pueblo de Israel, le otorgaban mucha importancia al nombre que los padres les daban a sus hijos. Los nombres determinaban lo que ese hijo desarrollaría o alcanzaría en la vida. Eran como nombres proféticos que expresaban los sueños y anhelos de los padres hacia los hijos. Escoger un buen nombre era como soltar una bendición sobre el hijo que nacía.

Lo que muchas veces también pasaba era que los padres en lugar de bendecir a un hijo con un buen nombre, lo maldecían. En lugar de liberarlos, los ataban. Era como que sus padres proyectaban sobre sus hijos sus frustraciones.

Antes de hablar de la historia del relato que leímos, permítanme mencionar algunos casos de lo que estamos hablando:

 Raquel le puso a su último hijo “Benoni” que quiere decir “hijo de mi lamento, hijo de mi tristeza”. Luego Jacob su esposo le cambia el nombre y le pone “Benjamín” que significa “hijo de la mano derecha”.

 Noemí tuvo dos hijos varones. A uno lo llamó “Mahlón” que quiere decir “enfermo”. Y al segundo “Quelión” que se traduce como “desfallecimiento” (débil, lánguido).

 Jonatán le puso por nombre a su hijo “Mefi-Boset” que significa “el avergonzado”.

 Hubo un hombre en la historia de Israel que sus padres le pusieron por nombre “Nabal” que significa “insensato” traducido a nuestro lenguaje sería “estúpido”. Este era un hombre que llegó a ser muy rico y se casó con una mujer muy inteligente que le salvó la vida. Nabal había actuado neciamente con David y el ejército de David venía para vengarse. Su esposa intercedió y Nabal se salvó.

 Y en el texto que leímos al principio vemos cómo esta madre le pone por nombre a su hijo “Jabes” que significa “dolor o aflicción”. La madre de Jabes nos recuerda a esas personas (masoquistas) que les pasa algo en la vida y parece que no quieren olvidarse nunca más y aunque hayan pasado veinte años ellos lo siguen viviendo como el primer día. Esta mujer hizo una proyección sobre el hijo de su propio dolor.

Nombres que atan, que marcan una vida para mal.

Quizá nosotros no le ponemos nombres semejantes a nuestros hijos, pero le ponemos rótulos similares. Cuántos padres en lugar de llamarlos por su nombre le llaman con descalificativos como “tonto, estúpido, inservible, me das vergüenza, bueno para nada, bestia, burro, infeliz, idiota, tonto, pavo…”.

Por otro lado más allá de todo esto, cuántas personas viven atadas a la tristeza, a la enfermedad, a la debilidad, a la vergüenza, a la insensatez, o al dolor. Y no saben cómo liberarse. Es como una marca, un estigma que no pueden sacárselo de encima.

Pero hoy vamos a ver cómo podemos liberarnos, cómo podemos sanarnos, cómo podemos experimentar un quiebre en el tiempo.

Jabes creció atado al dolor, al sufrimiento. Esa era la atmósfera espiritual en la que vivió, no sólo él sino también sus hermanos.

La primera pregunta que quiero que nos hagamos es: ¿Qué cosas nos atan al dolor? Permítanme mencionar dos:

Nuestras imperfecciones

Todos nosotros tenemos en nuestra historia de vida fracasos, equivocaciones, caídas, pecados que hemos cometido. Y esto produce en nosotros mucho dolor causado por la culpa que luego cargamos.

David decía: “Mi culpa pesa sobre mi cabeza como una enorme carga. A causa de mis errores, sufro ahora de dolores insoportables. Me la paso retorciéndome de dolor y vivo lamentándome.” (Salmo 38.4-6 PDT)

¿Cuánta gente vive de esta manera? Atados al dolor producido por un error o por una serie de errores que cometieron en la vida. Se preguntan: ¿Cómo fui capaz de caer en esto? Y piensan que como castigo tienen que cargar toda su vida con el peso de la culpa por lo que hicieron.

Pero quiero decirte algo en este día: En Dios hay perdón y liberación de tu culpa.

El rey David lo experimentó. Notemos lo que dijo: “Cuando yo no quería confesar mis culpas, me debilitaba cada día más… Entonces, Señor, decidí confesarte todos mis pecados; no escondí ninguna de mis culpas. Decidí confesarte mis errores, Señor, y tú perdonaste todas mis culpas.” (Salmo 32.3, 5 PDT)

Proverbios 28.13: “Quien encubre su pecado jamás prospera; quien lo confiesa y lo deja, halla el perdón.”

La verdad más básica del cristianismo es que Jesús en la cruz del calvario ya pagó el precio por el perdón de todos nuestros pecados y que si alguien viene a él con arrepentimiento y confesión, Dios perdonará sus pecados y quitará toda su maldad.

Su perdón no está basado en lo malo que hayas sido sino en lo bueno que es Dios y la grandeza de su amor hacia su vida. Lo que importa para Dios no es lo que usted hizo, sino lo que Cristo hizo por usted en la cruz.

Dios está más interesado en perdonarlo que en condenarlo. A Él le interesa más su futuro que su pasado.

Nuestras heridas

Esto tiene que ver con lo que nos hicieron, con el dolor que es producto de lo que vivimos en relación con otras personas. Algunos lo llaman “experiencias traumáticas”, son experiencias que dejan una marca profunda, una cicatriz en nuestra alma, un quebranto en nuestro corazón.

Heridas producidas generalmente por personas que nosotros amamos. Personas del entorno familiar o que con el pasar del tiempo fuimos conociendo y relacionándonos afectivamente o laboralmente, etc.

Personas que nos lastimaron. Nos trataron mal, abusaron de nosotros, nos difamaron, nos estafaron, nos mintieron, nos engañaron, nos traicionaron, nos defraudaron, nos abandonaron…

Alguien dijo que cuando el diablo quiere amargarte la vida te manda personas y cuando Dios quiere bendecirte también te manda personas. Entonces las mayores bendiciones las experimentamos con gente y las mayores frustraciones también.

En nuestros mejores recuerdos siempre hay personas y en los peores recuerdos, también. Las personas nos bendicen y por otro lado nos hieren. Son una fuente de satisfacción y también de frustración.

Pero Dios quiere que no vivamos esclavos de la gente que nos ha hecho mal en la vida.

¿Cuál es el remedio de Dios?

Efesios 4.31-32: “Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia. Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.”

Lo que hemos aprendido en el mundo es a guardar rencor, enojo. Aprendimos a amargarnos. Pero ahora en Cristo vamos a aprender a abandonar la amargura, el resentimiento. La vamos a alejar de nosotros para siempre, porque estas posturas no resuelven nada. Al contrario nos atan al pasado y nos hace esclavos de la gente que nos hizo mal.

Pero hoy vamos a abandonar el dolor del pasado, vamos a perdonar y liberarnos.

Dios dice: abandoná la amargura, aprendé de tus heridas, perdoná a los que te lastimaron y seguí adelante.

¿Te tocó vivir una infancia muy dura? La verdad es que no la podés cambiar por más que te amargues. Pero el pasado no tiene que arruinar tu futuro.

Alguien dijo: El dolor es inevitable, pero la miseria es opcional.

Dios no quiere que vivas como una víctima de tu pasado o de las personas que te hicieron mal. Dios quiere que vivas como un más que vencedor.

¿Cómo Jabes pudo liberarse de su dolor?

“E invocó Jabes al Dios de Israel, diciendo: ¡Oh, si me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si tu mano estuviera conmigo, y me libraras de mal, para que no me dañe! Y le otorgó Dios lo que pidió.”

Jabes pudo experimentar un quiebre en su vida cuando invocó a Dios. Cuando comenzó a orar y a clamar a Dios por un cambio en su vida. La palabra “invocar” en el original tiene que ver no sólo con un clamor, sino con un llamado. Jabes llamó a Dios.

El entendió que el cambio en su vida no se lo podía dar su madre, ni sus hermanos, ni sus amigos, ni su padre, sino solo Dios. Y lo llamó.

El sabía que no ganaba nada con echarle la culpa de lo que vivió a su entorno familiar. El Sabía que su respuesta estaba en Dios.

Para darte un ejemplo: Jabes entendió que podía cambiar su dolor en un dolor de parto.

En un dolor con propósito. Es como que dijo “voy a hacer que de mi dolor nazca algo bueno”. “Voy a transformar mi dolor en un don, en una bendición”.

Y esa es la primera decisión que tomó Jabes. Una decisión que vos también la podés tomar hoy.

Cuando un cuerpo extraño penetra en la ostra, ésta segrega su nácar con capas y más capas para proteger su débil cuerpo. Así se forma la perla; una ostra que no fue herida no puede producir perlas porque las perlas son heridas cicatrizadas. Las perlas nacen del dolor.

Vos hoy tenés que tomar todo el dolor que sufriste y transformarlo en una perla.

El diablo con el dolor te quiso destruir de a poco, te quiso matar. Pero vos vas a llamar a Dios como lo hizo Jabes y vas a transformar ese dolor en un dolor de parto que de nacimiento a un nuevo tiempo lleno de bendición.

El diablo diseñó una cruz para matar a Jesús, pero esa cruz fue la que lo levantó para siempre, porque en Jesús está el poder de transformar la cruz en un instrumento de victoria. Y ese poder está disponible para vos, si como Jabes lo llamás.

Notemos esto. De su dolor Jabes dio a luz cuatro cosas:

1. BENDICIÓN

Jabes ora a Dios y le dice “quiero tu bendición”.

No importa si en mi pasado hay dolor, hay sufrimiento. No importa si mis padres en lugar de abrirme camino me lo cerraron. No importa si nací en un ambiente de pobreza y de miseria. No importa si hubo mucha gente que me hizo mal o poca. Lo que quiero es tu bendición.

Levantá tu voz al cielo y llamá a Dios diciéndole: “Quiero tu bendición, Señor”. Es lo primero que necesito. Ya no quiero más dolor quiero tu bendición.

2. EXPANSIÓN

Esto es lo segundo que le pide Jabes a Dios: “Ensancha mi territorio”.

El dolor te oprime y te limita. Pero en Jabes ocurrió lo opuesto. Porque cuando buscó a Dios y lo llamó no sólo transformó su dolor en bendición sino en algo que le permitió expandirse, crecer, ir más allá.

El dolor le puso límites a tu vida: “esto no podés”, “esto no es para vos”. Pero hoy Dios va a romper esos límites y vas a comenzar a vivir un tiempo de expansión, de crecimiento, de progreso, de bendición.

Voy a explicar algo más en cuanto a esto. Cuando la nación de Israel toma posesión de la tierra prometida. Cada tribu recibió por herencia su territorio y cada familia tuvo su parte. Por lo tanto Jabes no podía pedir más territorio del que tenía. Entonces ¿qué quiso decir cuando le pidió a Dios que ensanchara su territorio?

Creo que implica dos cosas:

 Que Dios le permita crecer y desarrollarse en el territorio que le tocó. El no podía cambiar eso, pero con la bendición de Dios podía prosperar y crecer. Lo que te tocó en la vida vivir, no es excusa para que no puedas expandirte y crecer.

 La segunda opción que tenía Jabes para expandirse era que otros rechazaran lo que habían recibido y de esta manera poder adquirirlo.

Lo que estoy diciendo es que cuando transformas tu dolor en un dolor de parto que da a luz bendición, hay cosas que Dios se las ha querido dar a otros, pero otros la han rechazado y como tú has decidido crecer y avanzar y no quedarte en el dolor, Dios te la va a dar a vos.

3. LA PRESENCIA DE DIOS

Lo tercero que Jabes le pide a Dios es que “su mano esté con él”.

No sólo quería su bendición, no solo quería crecer, quería que la mano de Dios esté sobre su vida.

Jabes quería estar en las manos de Dios.

Una pelota de tenis en mis manos no vale nada, pero en las manos de Federer o Nadal valen millones.

Mi vida en las manos de otros no vale nada, pero en las manos de Dios vale mucho.

Tu vida en las manos de Dios se sana, se libera. No importa el dolor del pasado si ahora tu vida está en sus manos.

4. VICTORIA SOBRE EL MAL

Lo cuarto que Jabes le pide a Dios es “líbrame del mal, para que no me dañe”.

La palabra líbrame o guárdame quiere decir "salida" o "escapatoria". Jabes le está diciendo en su oración: Señor bendíceme y ensancha mi territorio, que mi vida esté en tus manos y cuando venga el mal dame siempre una salida. Cuando venga la prueba, cuando enfrente algún problema, cuando esté en medio de una situación difícil y complicada en la vida, Señor líbrame, mostráme la salida.

¿Sabés que? Siempre, en cada situación, si llamamos a Dios, si ponemos nuestra vida en las manos de Dios, siempre nos indicará la salida.

A la enfermedad que estás sufriendo Dios le ha puesto una puerta de salida. Tu problema familiar también tiene una puerta de salida. Tu situación económica también tiene una salida. Porque Dios te quiere dar la victoria sobre el mal.

¿Sabés que hizo Dios con Jabes? “Y le otorgó Dios lo que pidió.”

Su oración no duró más de un minuto. En un minuto se produjo un quiebre en el tiempo, un quiebre en su vida.

En un minuto con Dios canceló el dolor de años y se abrió camino a un nuevo tiempo. En un minuto con Dios dio a luz su bendición.

El resultado es que Jabes fue más ilustre que sus hermanos.

La palabra “ilustre” significa “honorable, distinguido, rico, persona con gloria y con autoridad”.

Dios puede cambiar tu dolor en gloria, tu vergüenza en honra.

Pero Jabes no habló con su padre, ni con su madre, no guardó rencor ni resentimiento por el pasado que le tocó vivir. Jabes habló con Dios y sabía que sólo Dios podía cambiar su historia.

Dicen los historiadores que Jabes llegó a ser un doctor de la ley, un experto en el tema, al punto tal que su fama atrajo a muchos escribas a su lado y que allí se fundó una ciudad en honor a su nombre. Y en esa ciudad vivían los mejores sabios y entendidos en la ley de Dios.

Hoy vos también podés orar como Jabes. Simplemente tenés que tomar la misma decisión que él tomó: Poner fin a tu dolor.

Si ese dolor fue causado por errores o pecados orá a Dios para que te perdone y te libere de la culpa que pesa sobre tu vida. Si el dolor es producto de experiencias traumáticas que has sufrido, renuncia a toda amargura y resentimiento. Perdoná a los que te lastimaron y hablá con Dios.

Transformá ese dolor en un dolor de parto que de a luz un nuevo tiempo en tu vida.

Hubo un día donde a Jabes ya no se lo relacionó más con la palabra “dolor” se lo llamó “ilustre”.

Y lo que hizo Dios con Jabes, también lo puede hacer con tu vida.

martes, 7 de septiembre de 2010

Mensaje Día del Amigo: El Amor de Dios hacia nosotros

Juan 3.16-17:


Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.

Creo firmemente que la mayor necesidad que tenemos los seres humanos es la de sentirnos amados, sentirnos queridos.

Podemos alcanzar nuestros sueños, lograr nuestras metas, tener una buena profesión, un buen trabajo, recursos económicos, reconocimiento, pero si no nos sentimos amados hay un vacío dentro nuestro muy profundo. Un sentimiento de insatisfacción, una sensación de soledad muy grande aunque estemos rodeados de personas.

La vida está llena de desafíos. Alguien dijo que la vida es una prueba. Siempre hay problemas que resolver, situaciones complicadas que muchas veces exigen más de lo que nosotros podemos dar. Hay momentos donde la enfermedad golpea a una familia, otros donde el matrimonio entra en crisis quizá por el desgaste de una relación que ha sido descuidada, otros momentos donde nosotros como padres entramos en conflicto con nuestros hijos. Y a todo esto podemos agregarle también las pruebas económicas que desestabilizan un hogar y generan un estado de mucha tensión.

Pero, más allá de esto, creo profundamente que los problemas de la vida no son los problemas. Creo que el mayor problema de la vida es no tener a nadie con quién compartirlo. Es enfrentarlos en soledad.

Cuando nos sentimos amados, queridos, tenemos una fuerza extra que nos ayuda a superar cualquier momento duro que la vida pueda poner delante de nosotros.

Y creo firmemente que la iglesia debe ser esa comunidad de amor que llene ese vacío en la vida de las personas.

1 Juan 4.8-11:

El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. Así manifestó Dios su amor entre nosotros: en que envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados. Queridos hermanos, ya que Dios nos ha amado así, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros.

Debo reconocer que la iglesia muchas veces a fallado en ser esa comunidad de amor que Dios soñó que sea. La iglesia se ha vuelto una comunidad religiosa y no una comunidad de amor. Y necesitamos trabajar para que esto cambie y la iglesia viva conforme al propósito de Dios.

Pero, aunque la iglesia ha fallado, Dios no ha fallado.

Así manifestó Dios su amor entre nosotros: en que envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados.

Jesús vino a manifestar el amor de Dios hacia nosotros.

Podría escoger muchos textos de la Biblia que nos hablan del amor de Dios, pero por razón de tiempo solo puedo escoger uno.

Lucas 19.1-10:

Jesús llegó a Jericó y comenzó a cruzar la ciudad. Resulta que había allí un hombre llamado Zaqueo, jefe de los recaudadores de impuestos, que era muy rico. Estaba tratando de ver quién era Jesús, pero la multitud se lo impedía, pues era de baja estatura. Por eso se adelantó corriendo y se subió a un árbol para poder verlo, ya que Jesús iba a pasar por allí. Llegando al lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: —Zaqueo, baja en seguida. Tengo que quedarme hoy en tu casa. Así que se apresuró a bajar y, muy contento, recibió a Jesús en su casa. Al ver esto, todos empezaron a murmurar: «Ha ido a hospedarse con un pecador.» Pero Zaqueo dijo resueltamente: —Mira, Señor: Ahora mismo voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si en algo he defraudado a alguien, le devolveré cuatro veces la cantidad que sea. —Hoy ha llegado la salvación a esta casa —le dijo Jesús—, ya que éste también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.

En primer lugar, notemos quién era Zaqueo. Era un hombre que en el área laboral había logrado mucho. Llegó a ser jefe de los recaudadores de impuestos y extremadamente rico.

Me pregunto: ¿Qué lleva a un hombre como Zaqueo a hacer lo que hizo? Correr, adelantarse y subirse a un árbol tan solo para poder ver a Jesús.

Sin duda, que dentro de él había una necesidad profunda, como un vacío existencial. A Zaqueo no lo mueve un problema económico, tampoco lo mueve una enfermedad. El texto no menciona tampoco ningún problema familiar.

A Zaqueo lo moviliza conocer a Jesús. Es como que dentro de él había un faltante y muy dentro de él sabía que Jesús lo podía llenar.

Lo maravilloso del relato es que cuando Jesús lo ve, se detiene y le dice: —Zaqueo, baja en seguida. Tengo que quedarme hoy en tu casa.

La versión Reina Valera traduce las palabras de Jesús de esta manera: -Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa.

Jesús pudo pasar de largo, pero no lo hizo, porque allí estaba Zaqueo con una necesidad.

¿Necesidad de qué?

El relato sigue diciendo que luego de esto la gente que rodeaba a Jesús comenzó a murmurar y a decir: «Ha ido a hospedarse con un pecador.»

El tema es que los recaudadores de impuestos eran personas rechazadas por la comunidad y consideradas traidores. Porque eran judíos que trabajaban para el imperio romano y se enriquecían por acciones fraudulentas.

El imperio romano les exigía a los recaudadores cierta cantidad de dinero y ellos tenían que cumplir en recaudar esa cifra. La cuestión es que estos recaudadores siempre cobraban su parte también de allí y esto se prestaba a muchos abusos. Es por eso que ellos en medio de un pueblo pobre ellos se enriquecían desmedidamente.

Sin embargo Jesús ve necesario ir a la casa de Zaqueo y estar con su familia.

Notemos lo que sucede. Cuando Jesús llega, Zaqueo toma una resolución en su vida y dice: —Mira, Señor: Ahora mismo voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si en algo he defraudado a alguien, le devolveré cuatro veces la cantidad que sea.

Es interesante recalcar que Jesús no le pidió nada. Esto nace del mismo Zaqueo.

¿Qué llevó a este hombre extremadamente materialista tomar esa decisión, ese cambio de dirección en su vida?

Creo firmemente que Zaqueo se sintió amado y respetado por Jesús. Esto lo ayudo a cambiar y a tomar esa decisión.

Notemos las palabras finales de Jesús: —Hoy ha llegado la salvación a esta casa —le dijo Jesús—, ya que éste también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.

Dos cosas:

 Hoy ha llegado la salvación a esta casa. Porque Jesús no vino a condenar sino a salvar. Cuando Zaqueo tomó la decisión de cambiar, la salvación lo alcanzó.

 Porque el hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. No dice a los que estaban perdidos. Dice “lo que se había perdido”. Lo que se perdió en primer lugar no son personas, lo que se perdió es el amor y el respeto por las personas.

Jesús dijo: he venido a recuperar lo que se ha perdido. Y lo que se perdió es el amor por la gente, es el respeto, el buen trato. Jesús recuperó a Zaqueo recuperando primero lo que se había perdido: el amor y el respeto.

El amor de Dios puede cambiar cualquier vida y transformar cualquier ambiente.

Un día Jesús llega a Sicar que era una ciudad de Samaria. Los judíos y samaritanos no se trataban entre si. Había un odio y un conflicto racial tremendo entre ellos.

Pero el texto bíblico dice que a Jesús “le era necesario pasar por Samaria” (Juan 4.4). Había una necesidad en el corazón de Jesús de pasar por allí.

¿Por qué? Porque allí había una mujer defraudada de la vida que necesitaba un nuevo comienzo. Una mujer enferma en sus emociones, vacía de amor. Esta mujer iba a buscar agua al poso de Jacob que estaba en las afueras de la ciudad y Jesús allí se sentó a esperarla. Uno de los detalles interesantes de la historia es que todas las mujeres iban a buscar el agua bien temprano a la mañana, pero esta mujer va al mediodía cuando nadie estaba allí. Lo hacía de esta manera para no ser señalada, para no encontrarse con ninguna persona y evitar conflictos. Había convivido con cinco hombres y ahora estaba con el sexto que no era su marido.

Sin embargo Jesús estaba allí, esperándola. Y ese mediodía esta mujer fue transformada por el amor de Dios.

Jesús la trató con amor y habló con ella acerca de su vida. Ese día esa mujer experimenta el perdón de Dios y la sanidad en su área emocional. Esto es así, al punto de que cuando regresa a la ciudad comienza a hablar de Cristo y del encuentro que había tenido con Él. Ese mismo día, por la tarde, esta mujer trae a toda la aldea a los pies de Jesús, y le piden que se quede con ellos. Fue un día de bendición para muchos en aquella aldea de Samaria.

Para terminar: El hombre nunca puede sentirse pleno y completo en la vida sin Jesús.

El apóstol Pablo lo dijo en su libro a los Colosenses.

Colosenses 2.10: y vosotros estáis completos en Él…

La versión PDT, dice: “Ustedes, si tienen a Cristo, lo tienen todo…”

Permítanme compartirle una ilustración.

La herencia del famoso artista:

Hubo una vez una familia compuesta por el padre y su hijo. La madre había fallecido a temprana edad y el padre nunca se volvió a casar sino que vivió para su hijo. Este hombre era un famoso artista y estaba llegando a una edad avanzada.

Amaba profundamente a su hijo y disfrutaban de una relación excelente. Era un hogar lleno de amor, de comprensión, y de ayuda mutua.

Pero un día estalló la guerra. El joven fue llamado a defender su patria. El padre muy acongojado se despidió de su hijo entre lágrimas y besos ya que iba a una misión muy peligrosa, en la cual incluso podía perder la vida.

Una vez en el frente de batalla, el joven conoció a un soldado compañero de guerra y llegaron a ser muy amigos. En los momentos de calma le hablaba de su padre y de lo unidos que eran y del aprecio grande que le tenía.

Un día llego lo inesperado, el hijo del famoso artista quedó muy mal herido, y finalmente muere en los brazos de su amigo. Mientras estaba en agonía le pide a su amigo que cuando la guerra termine, si aún seguía con vida, vaya a visitar a su padre.

Pasó un tiempo, la guerra terminó y el joven que conoció en el campo de batalla, fue a visitar al padre del joven que había muerto. Le contó que había conocido a su hijo y le recordaba lo mucho que su hijo le amaba. También le entregó una hoja de papel algo sucia. Una hoja que su hijo guardaba con mucho afecto. En ella había un retrato del hijo hecho por su padre unos años atrás. El padre llorando la recibió, y el muchacho se fue dándole sus sentidos pésames.

El anciano toma el retrato y lo guarda.

Al pasar los años el anciano murió solo y triste, recordando al hijo que había perdido, al que tanto amó. Quedó todo lo material que poseía: sus riquezas económicas, sus bienes, sus cuadros, etc.

Dejó claramente establecido que en cuanto dejara de existir, todo fuera llevado a remate público y esto se cumplió al pie de la letra.

Había mucha expectativa por que había muchos bienes por rematar.

Empezó la subasta. El martillero lo primero que saca es un cuadro que contenía el papel con el retrato del hijo que había muerto en el campo de batalla y que el soldado amigo le había entregado al anciano padre.

El mismo se encontraba algo arrugado y sucio con la imagen de su hijo al que tanto había amado. Empezó ofreciendo la suma de 10.000 dólares. La gente se reía burlonamente, pues había una cantidad muy grande de interesados por que había pinturas muy valiosas, entre otras cosas.

Pasaron alrededor de 30 minutos, y el martillero seguía ofreciendo el mismo retrato de su hijo amado y fallecido. Molestos los presentes pedían que se dejara de lado ese retrato y empezara a rematar lo más valioso que había dejado.

Pasaron más de 2 horas, y nadie quería comprar el retrato, ya había bajado el valor del mismo a 1.000 dólares. La gente seguía insistiendo en que dejara de lado ese retrato. Siguió pasando el tiempo y bajó el precio a 100 dólares. La gente muy molesta pidió que se rematara ese retrato al final de la subasta.

Entonces, el jardinero del anciano sintió tristeza por ese retrato que tanto había amado su patrón, y ofreció la cantidad pedida de 100 dólares.

El martillero comenzaba a gritar para ver si alguien ofrecía más. Los presentes estaban muy molestos y decían que de una vez se lo vendieran al jardinero.

Entonces, se le entregó el retrato al jardinero, y el martillero explicó que se cerraba la subasta. La gente empezó a reclamar y a gritar de por qué se había cerrado.

Seguido a esto, con voz entrecortada, explicó que el anciano artista dejó establecido que aquella persona que compraba el retrato de su hijo amado, se hacía propietario de toda la herencia y riquezas que él había dejado.

Creo que esta historia ilustra de manera bien clara el mensaje del evangelio.

Es por eso que la Biblia dice: si tienen a Cristo, lo tienen todo… y ustedes están completos en Él…

Romanos 8.32: El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas?

La realidad muestra que podemos tener todo pero si no tenemos a Jesús siempre va a haber un vacío existencial dentro nuestro que solo puede ser llenado con su presencia y su amor.

Quizá hay muchas cosas que te faltan, que quisieras tener y hoy no tenés, que quisieras lograr que aún no has logrado, pero TU PRIMERA NECESIDAD es tener a Cristo en tu vida.

No te estoy hablando de creer sino de tener. Muchos creen en Cristo pero no lo tienen.

1 Juan 5.12: El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida.

Apocalipsis 3.20: Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo.

Estas son palabras de Jesús a gente que era parte de una iglesia pero que sin embargo carecían de una relación personal con Él. Creían en Cristo, pero Cristo no tenía lugar en sus vidas.

¡Cuántas personas viven de esta manera!

Y Jesús hace una invitación, de la misma manera que se la hizo a Zaqueo. Quiero que me permitas entrar a tu casa, que me permitas entrar y cenar contigo.

La Biblia dice de Zaqueo: Así que se apresuró a bajar y, muy contento, recibió a Jesús en su casa.

Hoy Jesús está delante de ti y vos podés hacer lo mismo que Zaqueo, recibir a Jesús en tu casa. Tu casa hoy es tu corazón, es tu vida. Es el primer lugar donde Jesús quiere habitar.

La vida de Zaqueo fue transformada y Jesús también transformará la tuya.

Hoy es día de salvación.

Oración:

Señor Jesús, hoy entiendo que Tú eres mi primera necesidad y que tenerte a ti es lo más importante en la vida. Hoy puedo ver que Tú me amas tal cual soy y que quieres entrar en mi corazón y transformar mi vida. Quiero recibirte como mi Señor y Salvador, y te pido de todo corazón que perdones mis pecados, que anotes mi nombre en el libro de la vida y a partir de hoy me ayudes a vivir una vida nueva, llena de significado y propósito. Amén.